martes, 22 de noviembre de 2011

Astrónomo por "El Principito"



Entrevista de creación a Gaspar Hormazabal, astrónomo.



Millones son las personas que han leído el libro del francés Antoine de Saint – Exupéry “El Principito” desde su primera publicación el 6 de abril de 1943, quienes han crecido con este libro, el cual los orientó cuando lo necesitaron y los entretuvo cuando lo quisieron.

¿Cuántos millones, a lo largo de los años, habrán conocido a los personajes del texto, sus reflexiones, metáforas y particulares vivencias? Eso es difícil de calcular, pero se nota que Gaspar Hormazabal es uno de ellos pues al comenzar a hablar sobre cómo el libro influyó en su vida, uno podía ver como sus azulados ojos brillaban al mismo tiempo que sus párpados se expanden al hablar de la célebre obra mientras se sienta en el bergere a la esquina del living.

¿Cuántas veces y porqué has leído El Principito?  Ya cómodo en su sofá levanta la vista y  dice que fueron “Dos, primero cuando iba en 6to. Básico la profesora de Lenguaje nos lo asignó como lectura complementaria a la asignatura como en la mayoría de los colegios y la segunda vez fue por opción mía”.

Se sabe del libro que, por su contenido, es de esos que se recomienda leer varias veces en la vida, pues se interpreta diferente según la madurez del lector. Gastón, ahora todo un astrónomo de 28 años de edad, a los 16, en plena adolescencia, lo repasa de nuevo. ¿Porqué lo leíste por segunda vez ahora por tu cuenta? ¿Qué te llamó la atención del libro que te llevó a eso?  Mientras deja su encendedor y la habitación lentamente se llena de humo de tabaco responde: “La verdad...lo leí porque me acordaba que cuando era pequeño se convirtió mi libro favorito pero no recordaba porque, solo tenía vagos pedazos del libro en mi mente, los que más me marcaron, entonces por eso quise leerlo de nuevo, para recordar porque había quedado tan encantado con las letras, siendo que siempre me fue mal en esa rama”. Relata sonriendo con su pálida piel un poco ruborizada.

¿Qué produjo en ti la lectura de la adolescencia? ¿Fue en esa época en particular por algún otro motivo o solo coincidió?

Se sirve un poco de maní del pote en la mesa y nuevamente abre sus párpados pero ahora los ojos no brillan, más bien sus cejas se arquean. Con un hablar pausado dice: “Bueno, ya a los 16 estaba en 3ero. Medio y no tenía muy claro que estudiar. Siempre pensé en el área científica pero lo que me ayudó a decidir fue el recuerdo y posteriormente la segunda lectura a "El Principito", porque, a pesar de que el libro no se centra en eso, alucinaba con todos los planetas que recorría y lo que encontraba en ellos”. Se ríe y saca más maní mientras agrega que “Todas sus historias me parecían solo posibles de realizar, guardando las proporciones, por alguien que alucinara con las galaxias y los quásares como yo, pero que tuviera los conocimientos necesarios para crear un universo mental con un planeta habitado solo por un farol y quien lo cuida”.

Entonces, ¿en ese momento decides estudiar Astronomía? “Si, o sea, ese fue el empuje que necesitaba y andaba buscando”. Y aunque no es una carrera muy común, tampoco lo era el Principito, por eso responde dudoso ante la siguiente pregunta: Con cual te identificas más, ¿con él o el piloto? “Mmm...es difícil tener que elegir”. Se soba el mentón en una pausa que se hace interminable. “Realmente no soy solo uno de ellos, sino que ambos, pues haciendo referencia a lo anterior, tengo ese mismo ímpetu que el Principito proyectaba, pero también rescato el sentimiento de incomprensión de los demás hacia mí como le sucedía al piloto, así que estoy dividido porque comprendo cosas que el uno no tiene del otro y eso es lo que me hace más cercano al libro: sentirme identificado con ambos protagonistas según la situación”.

Entretanto pasa el tiempo, se vacía el maní y el granizado de naranja, Gaspar cuenta que considera que cada persona se interioriza en la lectura que más le atraiga. De hecho, tiene amigos que odian el libro que él tanto admira. Ellos lo consideran una “pérdida de tiempo bohemia”, y recalca que se refiere a personas que regularmente leen, no como él que vive por el cielo estrellado. Aclara que se refiere a que “para mí significó algo muy importante, pero dudo que sea la interpretación que todos le dan, no creo que todos compartan un total punto de vista respecto a los libros en general, y menos este que es tan abstracto en cierto modo. Pero pensándolo así, entras en un conflicto de que ya sea positiva o negativamente te creas una opinión de él y por lo tanto influye”.

Gaspar no tiene hijos, pero sí hermanos, primos y sobrinos que no han leído el libro por circunstancias mayores. A ellos y a todo aquel que se interese por pertenecer al numeroso grupo de “lectores principescos”, les aconseja estar muy receptivos a todas las situaciones que en la obra se plantean, que deben analizar cada capítulo, ya que no la cree una lectura liviana, puesto que “a pesar de su trama fácil, su profundización es mayor en cada tema”.

Sin embargo, un Gaspar ahora cambiando el cenicero y el pote de maní vacío, cuenta que sobretodo recomienda el disfrute a de esta lectura que es un imperdible, por lo menos por cultura general, para que así todos puedan opinar con argumentos validos”. 


Por: Catalina C. Palma Moraga

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