martes, 22 de noviembre de 2011

Teletón, ¿Una oportunidad de lucrar o ayudar?





Se viene diciembre, que es símbolo de fin de año, lo que conlleva festividades como Navidad, Año Nuevo, el Día del Médico y de los Santos Inocentes, pero también se celebra el Día mundial de la lucha contra el SIDA, el Día internacional por la Abolición de la Esclavitud y, específicamente en nuestro país, se libra la cruzada solidaria que se ha transformado en el orgullo de los chilenos: la Teletón.
La iniciativa surge luego de que Mario Kreutzberger constatara, en 1978, lo que la falta de recursos, información y consciencia respecto a la discapacidad puede desencadenar. Desde esa fecha, esta iniciativa que une en transmisión conjunta a todos los canales de señal abierta de la nación, se ha efectuado 23 veces para reunir fondos para financiar tratamientos para niños que sufran de algún tipo de discapacidad. A raíz de esto, durante los años transcurridos** se han unido a la causa diversas empresas comerciales que ofrecen donar dinero si se logra vender una cantidad determinada de artículos de su marca.
Estamos de acuerdo en que todos buscamos llegar a la meta para mejorar la calidad de vida de quienes reciben atención en los centros a lo largo de Chile. Pero, bajo esa misma premisa, es que no debemos dejar de mirar más allá del caritativo perfil que toman las compañías adheridas, analizando si son realmente lo que quieren aparentar. Es solo cuestión de números. Por ejemplo, si una de ellas se pone como tope lograr 50 mil ventas superiores a 10 mil pesos para cooperar con 200 millones, salta a la vista que es una cifra casi burlesca por parte de quienes la ofrecen, lo que queda demostrado con tal cálculo basado en un aporte de la multitienda Ripley el año 2001.
El beneficio de esas empresas es superior al que ellos entregan, ya sea de forma económica, como hacía referencia anteriormente, o social, pues hasta ahora no existe evento que cale más hondo en el sentimiento de la población que la Teletón, el cual puede cambiar la percepción de los clientes hacia ellos luego de tal apoyo, mejorando así la imagen corporativa, que tal vez está un poco dañada luego de los reclamos de cobro excesivo u otras demandas que acumulan generalmente este tipo de entidades.
Llamo a que no vean esto como una situación más en la que pueden aumentar sus ingresos, sino como algo que de verdad quieran hacer, que los identifique como institución, y de paso no jueguen de manera tan vil con la, a sabiendas, frágil memoria que poseen los usuarios ante todo y que se hace más susceptible de embaucar con ese espíritu que nos impregna y une en tales “48 horas de amor”.


Por: Catalina C. Palma Moraga

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